Un atardecer es un nuevo final, o un nuevo comienzo...
En Paz. Amado Nervo
Muy
cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
La vida no es lo que tú quieres
que sea. La vida es como es. La vida no
te debe nada. Tú eres parte de ella, siempre
lo has sido, y estás tan unido a ella, que es difícil que algo pueda cambiar. La vida es perfecta tal como es. Cuando la entendemos,
nos ajustamos a ella. Cuando te desapegas de lo que piensas o de lo que crees,
y abres tu corazón a las infinitas posibilidades de la existencia, fluyes como
una suave brisa de verano.
Hablamos del propósito (misión,
significado) de nuestra vida. También hablamos del sentido (¿qué hago con ella?). Definimos un propósito, por ejemplo, “Vivir
en Bienestar”, y ser ese propósito en cualquier instante, viviendo en bienestar,
a pesar de las circunstancias. Sin
embargo, ese es tu juicio. La vida no entiende de definiciones. Eres tú quien
crees que puedes darle alguna instrucción a la vida; ella no lo sabe.
La vida no te debe nada, por el
contrario, le debemos todo a la vida.
Debemos las experiencias, las
vivencias, la alegría, la tristeza, el amor, el miedo, la paz, el resentimiento,
el agradecimiento…
Quizás al envejecer, perdemos
el rumbo; sentimos que la vida nos debe algo. Posiblemente no apreciamos lo vivido,
y egoístamente endurecemos la mirada respecto a lo que esperamos de ella. Quizás el miedo nos abraza; creemos que esto
se acaba, a pesar de saber que somos eternos.
En la naturaleza, el bambú se
mueve en la dirección del viento, se dobla sin partirse, sin romperse. Al final nos endurecemos, somos como
un roble duro y viejo, que se rompe ante cualquier adversidad. El miedo
endurece nuestro cuerpo.
Le reclamo a la vida; pero cómo
puedo reclamarle si yo soy ella, y ella es Dios. Todo lo que existe es y será
tal como debe ser. La corriente de la vida fluye en una dirección; el sentido
de mi vida va en esa dirección, a menos que quiera estrellarme contra las
piedras. La voluntad de Dios y la mía son una y la misma. Por tanto, lo que vivo es lo que decidí
vivir; lo que experimento es lo que decidí aprender. Soy lo que quiero ser.
Estoy en paz.
CONTACTO:
Mi nombre es Francisco De Lisa Soy profesor,
emprendedor y coach. Me dedico a apoyar, asesorar, entrenar, hacer mentoría y
coaching a individuos, emprendimientos y organizaciones. Misión:
conectar con la Abundancia. Quiero crecer contigo. Cada sesión,
facilitación o entrenamiento es un aprendizaje. Si algo de lo que comenté te
hizo sentido, y consideras que puedo ayudarte, contáctame por francisco@cybernotas.com.
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