lunes, 13 de noviembre de 2023

EL TIEMPO QUE VIVIMOS

 


¿PODEMOS PERDER EL TIEMPO?

 

Obviamente Si podemos hacerlo.

 

Ahora bien, el espacio de tiempo que tenemos es único y no es renovable, por lo tanto si lo perdemos, no habrá manera de recuperarlo. ¿Cómo lo perdemos?

 

¿Qué cantidad de tiempo disponemos?

 

No sabemos. Tenemos un tiempo de vida, pero desconocemos la duración del mismo. Por lo tanto, depende de nosotros aprovecharlo de la mejor manera posible.

 

¿Podemos recuperar el tiempo?

 

No se puede. Sin embargo, cada espacio forma parte de la experiencia de vida, y podemos aprovecharlo como lo que es, parte de nuestro aprendizaje.

 

¿Podemos vivir en el pasado?  ¿Vale la pena?

 

Por supuesto que podemos vivir en el pasado. De hecho, cuando recordamos, nos mudamos al pasado, viviéndolo en el presente, ya que la única manera en que podemos contarnos esa historia es en el presente. En otras palabras, revivimos el pasado en el presente, y también imaginamos el futuro en el presente.  Es decir, el pasado y el futuro solo existen en el presente.

 

El pasado que te cuentas está lleno de historia.  Y es justamente esa historia la que crea el tiempo. ¿Qué pasa cuando sales de la historia? Dejas entonces de vivir en el pasado y vives en el único espacio de tiempo en el que puedes vivir a plenitud que es el aquí y el ahora.

 


Ahora bien, ¿si cambiamos la historia, podemos modificar el tiempo?

 

El tiempo está construido sobre la idea de la causalidad. Para que haya presente debió haber sucedido el pasado, y vendrá el futuro. El tiempo lo entendemos como un evento lineal que fluye desde el pasado al futuro.

 

Lo interesante es que ninguno de los dos existen, ni el pasado ni el futuro. Solo existen de forma particular en la mente que crea la historia que nos contamos o la que queremos vivir.

 

Cada uno de nosotros tenemos una manera particular de archivar, organizar y dividir este concepto tan subjetivo como lo es el tiempo.  En dicha línea del tiempo se organizan las experiencias de las personas.  De esa forma identificamos si un recuerdo es parte de una experiencia pasada o se trata de un sueño futuro. Si eso no fuera así, ¿Cómo podríamos distinguir entre un recuerdo futuro y uno de la niñez?

 

Tenemos dos maneras de organizar el tiempo:

1.   Nos disociamos del tiempo, es decir vemos pasado, presente y futuro como si estuvieran fuera de nosotros. Con una mirada podemos identificar como se mueve ese tiempo. Los márgenes están limitados, definidos con absoluta precisión. Podemos planear, organizar, programar, hacer pautas, etc. A este modo de ver el tiempo fuera de nosotros le llamamos CRONOS. El tiempo es oro, el valor de cada minuto, ahorra tiempo, invertir tiempo, las cosas a su tiempo, no tengo tiempo, son algunas de las expresiones de cuando te encuentras disociado en CRONOS.

2.   Cuando estamos asociados al tiempo, o KAIROS, revivimos las sensaciones que experimentamos en ese momento, tal y como si estuviésemos viviéndolas en este instante. La persona está inmersa en el recuerdo o en lo que imagina, sin distinguir exactamente dónde se encuentra, en el pasado, presente o futuro.  En este caso, el tiempo lo está atravesando, y lo vive plenamente, en un estado de presente continuo en donde no existen límites temporales. Algunas expresiones del tiempo en este estado son: aquí y ahora, vivir en el presente, él ahora es lo que cuenta, meterse en el recuerdo, todo el tiempo del mundo, no te apures, hay tiempo para todo, tranquilo, tómalo con calma, la calidad de los momentos, disfrutar del momento, etc.

 

Por supuesto, podemos estar a conveniencia asociados o disociados del tiempo. Cuando revivimos recuerdos de forma tal que involucramos emociones, estamos inmersos en el tiempo. Sin embargo, podemos tomar distancia de dicha experiencia, y verla con una mirada más amplia, que nos permita entender que existió un evento que originó un recuerdo, pero que no tiene por qué marcar nuestra existencia.

 

En KAIROS, nos involucramos. En CRONOS nos desapegamos de lo que sucede.

 


Podemos revivir un recuerdo, y generar un estado mental que refleje exactamente lo que sentimos en dicho momento.  Esto nos lleva a involucrarnos y experimentar situaciones de las cuales a veces cuesta desapegarnos. Pero eso tambien nos permite trabajar dichas sensaciones.

 

Por ejemplo, cuando vivimos una situación intensa, como por ejemplo un accidente, es muy posible que durante los días que siguen a la experiencia, estemos recordándolo de forma constante, y muy posiblemente estemos reviviendo todo lo que sucedió con lujo de detalles. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, podemos desapegarnos, ver la experiencia desde la distancia, y marcar un espacio que nos permite reflexionar sobre lo que sucedió, y darle una valoración diferente.

 

Esto implica que podemos ordenar nuestros recuerdos o experiencias de forma distinta, es decir, podemos cambiar nuestras líneas de tiempo en un momento dado, y podemos usarlo en nuestro beneficio.

 

Si somos capaces de perdonar, y entender que aquello que creemos que sucedió de cierta manera, realmente no pasó tal como lo interpretamos, entonces todo lo que sigue cambia.  Es allí cuando comprendemos que podemos cambiar la historia, y conseguir explicaciones diferentes, lo cual nos permite ampliar posibilidades.  Es por ello que podemos usar el tiempo como un elemento que nos ayuda a aprender de lo que pasó, pero también podemos descartar y crear otras posibilidades.

 

Estamos acostumbrado a medir el tiempo, porque de alguna manera todo lo asociamos a él. De hecho, cobramos en función del tiempo, es decir, nos pagan por la cantidad de tiempo que destinamos a realizar alguna labor.  Usamos el tiempo que tarda la Tierra en girar sobre su propio eje, como la unidad de tiempo de referencia, con la cual medimos nuestra existencia.

 

Realmente el tiempo no existe físicamente. Es resultado de una apreciación subjetiva de la realidad. Nos hemos acostumbrado a pensar en términos de él.  Aprovechemos lo que nos ofrece; no seamos esclavos de su tiranía.

 


Emplea el tiempo a tu favor y genera valor a tu vida.  Asóciate o disóciate a conveniencia, para vivir de forma intensa en ciertos momentos, o soltar aquello que no necesitas, para seguir disfrutando del “presente continuo”. Marca la diferencia.

 

¿Te hace sentido?

 

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