TIEMPO Y VIDA.
Hay dos conceptos universales
que compartimos los seres humanos. Uno de ellos es el dinero y el otro es el
tiempo. Desde pequeños, aprendemos
muchas ideas que están alrededor de ambos conceptos y que nos acompañan toda
nuestra existencia.
Esas ideas se establecen en
nuestra mente como por ejemplo:
1. El tiempo es oro.
2. No debes perder el tiempo.
3. El tiempo pasa volando.
4. Aprovecha al máximo el tiempo que tienes por vivir.
5. Etc.
Nos hablan de productividad,
como una relación del trabajo realizado versus el tiempo transcurrido, y nos
hacemos conscientes de otros conceptos que están ligados como la eficiencia y
la efectividad. Aprendemos a gestionar
el tiempo, ya que como el tiempo es oro, gestionar el tiempo es cómo manejar tu
propia fortuna, etc.
Ese tiempo que muchas veces
vemos como algo que se va agotando, nos relaciona con la idea de la escasez, de
la cual también forma parte nuestro concepto del dinero. Un concepto
mundialmente aceptado, que de alguna forma identifica nuestra civilización y
que permite el intercambio de mercancías por monedas, billetes o valores. de allí salen otras ideas como por ejemplo
asociar el dinero a quién eres cuando te dicen: dime cuanto tienes y te diré
cuanto vales, o entonces nos gusta manipular a las sociedades y separamos a los
que tienen dinero, de aquellos que no lo tienen, y pasan su vida compitiendo
por ver quien acumula más dinero. O
inclusive la diferencia que se hace entre el dinero que tu ganas y el del
estado que se distribuye de acuerdo a ciertos criterios muy particulares,
distribuido por personas que se atribuyen el derecho de gastar el dinero de
todo un pueblo para enriquecerse a costillas de ellos, etc.
De nuevo, la idea es la misma,
vender un concepto que nos ancla a la idea de la escasez y que nos hace
trabajar sin descanso para alcanzar lo imposible, porque nunca será suficiente.
Lo mismo es con el tiempo. No
importa el tiempo que dispongamos; no será suficiente. Y tenemos que
preguntarnos: ¿Por qué?
Quizás la respuesta a esta
pregunta puede venir de la mano de abandonar nuestras viejas ideas acerca de
ambos conceptos e intercambiarlas por algo más amplio como la verdadera
abundancia. No hay problemas con el
tiempo cuando el presente es lo único que tienes. La preocupación del tiempo
viene a la mente, cuando piensas en el pasado o en el futuro. Pero cuando eres
capaz de anclarte a este momento, entonces no hay problema de tiempo, porque
estás viviendo en él.
Lo mismo podemos decir del
dinero. El problema no es cuanto tengas en un momento dado, sino si puedes
satisfacer tus deseos atados al dinero. Mientras más deseos le compres a esta
sociedad, más difícil será tener suficiente dinero para satisfacerlo. Es
imposible que en una sociedad que se basa en el mercadeo, exista suficiente
dinero para satisfacer los deseos de todas las personas. Entonces, que pasa si entendemos que tenemos
en el presente todo lo que necesitamos para ser verdaderamente felices. El
problema es que no lo reconocemos. ¿A
qué se debe? A que de alguna manera buscamos de llenar todos nuestros deseos
con el dinero, y no con la verdadera felicidad que es hacer aquello que tiene
significado para ti.
Hay quien dice que haz lo que
amas, y nunca sentirás que estás trabajando. Ya que cuando haces lo que amas,
simplemente estas en lo que podemos llamar el “flow”. Si además, eso que haces
significa algo para los demás, ellos estarán dispuestos a invertir dinero en
eso que tú haces que a ellos les gusta, les llena, les satisface, etc.
Entonces, estar en el presente
y hacer lo que tiene significado para ti es fundamental para tener una vida
plena y satisfactoria, y no tiene nada que ver con los conceptos de escasez o
limitación que nos han vendido desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, hay quienes aún hoy en pleno
siglo XXI nos hablan de unas teorías marxistas que se refieren al valor de
trabajo y a la plusvalía del trabajador. ¿Qué significa eso en el mundo de hoy?
¿Tiene sentido? O más bien es una
manipulación inútil de una historia que lo que hace es seguir manipulando al
otro empleando el resentimiento.
Hoy día, ya no hablamos de
capital, tierra, trabajo. Hablamos de
datos, información, manejo de datos. Eso
es lo que tiene significado hoy día. Por
lo tanto el discurso debe cambiar para adaptarse a nuevas ideas que por otro
lado dependen de la capacidad creativa de los humanos y sus posibilidades de
emplear la tecnología a su favor.
La humanidad está cambiando de rumbo
a una velocidad espeluznante. Ya las realidades se manejan de forma diferente.
Internet conecta a todo el planeta a través de su tejido transparente. El internet nos ha permitido conectarnos con
cualquier lugar de la Tierra sin importar tiempo y espacio. Hoy podemos
colaborar con personas de distintos lugares y con distintos idiomas. El mundo
del futuro ira de la mano de aquellos que estén dispuestos a crecer en estos
nuevos ambientes, cada vez más retadores y cambiantes. El tiempo cambia su dimensión cuando ahora
hablamos de ambientes VICA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos) y
posiblemente hemos acuñado ese nombre para diferenciar el tiempo lineal que
estamos acostumbrados a manejar y todo lo que conocemos como causa y efecto.
Hoy día hablamos de sincronicidades,
eventos que se generan de forma casual más que causal. También la mecánica
cuántica nos habla de un mundo de posibilidades más allá que el determinismo
mecanicista racional. Estos conceptos
relativista cuántico, el movimiento de la energía y los cambios que podemos
obtener cuando somos capaces de cambiar lo necesario que es nuestra forma de
pensar nos acerca a un mundo de infinitas y desconocidas posibilidades, que no
depende por supuesto de tierra-capital-trabajo.
EL TIEMPO Y LA ENERGÍA.
Podemos entender el tiempo como
una medida de la transformación de la energía.
Es un principio base que la energía no se crea ni se destruye, solo se
transforma. Ese proceso de
transformación es constante y continuo, es decir, la energía siempre está
modificándose.
Para entonces medir la
transformación de la energía podemos intentar hacerlo con algo que entendemos
como tiempo. Que al final lo que
significa es que algo cambió.
Realmente, ¿tendría sentido
hablar del tiempo si no variara la energía?
De hecho, todo lo que mide el
tiempo, consume energía. De forma continua y constante, por lo cual puede medir
esa diferencia. ¿Medimos lo que sucede? ¿O
más bien medimos lo que le sucede al reloj que transforma esa energía?
Entonces, en ese orden de
ideas, el tiempo lo que mide es la transformación de la energía, de un estado a
otro. Y esos estados, siempre son
estados de equilibrio, normalmente dinámicos, ya que los mismos seguirán
variando constantemente.
Eso nos lleva a hablar del yin
y del Yang de la antigua china, en donde esos elementos opuestos interactúan de
forma constante, transformándose uno hacia el otro, y viceversa, hasta que se
extinguen, y vuelven a aparecer. La variación de esa continua manifestación de
energía es lo que podemos medir como tiempo.
El tiempo lo hemos
internalizado tanto, que le podemos dar dos sentidos poderosos. Podemos estar inmersos o asociados en el
tiempo y vernos en él. O podemos ver el tiempo como algo que transcurre externo
a nosotros, en cuyo caso estamos disociados de él. Cada una de esas formas de
ver el tiempo, cambia en nosotros la manera de percibir la realidad, y genera o
limita posibilidades.
Cuando estamos asociados al
tiempo, decimos que estamos en un estado Kairos. Entendemos este estado como
que estamos envueltos en el tiempo, donde el pasado, presente y futuro están
frente a nosotros de forma vívida. En
dicho caso, podemos sentir las emociones a flor de piel como si estuviéramos
atravesando por el proceso en este mismo instante. En otras palabras, vivimos
el pasado desde el presente y el futuro lo sentimos en este instante. Lo que puede traer esto como consecuencia es
que no aprovechamos el tiempo ya que estamos en un vaivén de un lado a otro,
arrastrados por nuestros recuerdos o por la imaginación. Las personas que están asociadas al tiempo o
en estado Kairos emplean con frecuencia frases como: aquí y ahora, él ahora es
lo que cuenta, meterse en el recuerdo, todo el tiempo del mundo, no te apures,
hay tiempo para todo, tómalo con calma, disfruta del momento, etc. Para estas personas el tiempo es como una
gran burbuja en donde se sienten partícipes del mismo, pero les cuesta
desconectarse del mismo y hacer cambios. Sobre todo en relación a sus recuerdos
que los atan al pasado.
Las personas que están
disociadas del tiempo, que también les llamamos en estado Cronos, son aquellas
personas que ven el tiempo fuera de sí, lo ven como algo que sucede fuera de
ellos. Tratan de definir exactamente esos espacios y son capaces de emplearlos
para planificar o gestionar el empleo del tiempo. Algunas expresiones que manejan son: planear,
organizar, programar, puntualidad, el tiempo es oro, el valor de cada minuto,
ahorrar tiempo, invertir tiempo, no tengo tiempo, las cosas a su tiempo, etc.
Estas personas, no reconocen el
poder del ahora y pasan la vida en una eterna carrera, persiguiendo la
zanahoria para alcanzar sus metas y ser más eficientes, eficaces y
productivos. Les cuesta desconectar, e
inclusive no pueden disfrutar del tiempo libre, porque para ellos eso no
existe. El tiempo está completamente planificado.
Al final, el tiempo es un
estado de percepción del individuo, condicionado por los aprendizajes que ha
tenido a lo largo de su vida. En cualquier caso puedes usar esos aprendizajes a
tu favor o en tu contra. Depende de cómo
lo manejes. Lo cierto es que la forma como aprendiste a ver el tiempo tiene que
ver con el significado que tiene el mismo para ti.
LÍNEAS DE TIEMPO.
Por otro lado, hay quienes nos hablan de líneas del
tiempo, pero de acuerdo con la línea de pensamiento que tenemos, también
podemos entender que es una línea de energía.
De acuerdo con la mecánica cuántica, la energía se incrementa o reduce
por cuantos, es decir, la energía no es continua sino que se encuentra en
ciertos estados. De allí que podemos cambiar nuestras posiciones energéticas
cambiando la forma como procesamos la energía.
Eso también nos hace mirar que
si añadimos o restamos energía, podemos cambiar el estado en el que nos
encontramos. ¿De dónde sale esa energía?
La energía puede ser algo muy
sutil, como lo son nuestros pensamientos, o algo muy denso como puede ser una
roca, o una placa de titanio. El tema
es, cómo transformamos la energía para movernos de un lugar a otro dentro de
ese espectro energético.
Somos capaces de manifestar
energía cuando tenemos la voluntad de hacerlo. Algo de lo que disponemos es de
la libertad de interpretar y de cambiar dichas interpretaciones, a lo cual se
le ha dado el nombre de libre albedrio.
De nosotros depende que hagamos con la energía que disponemos. Podemos
usarla para quedarnos atados a situaciones que nos limitan. O podemos
emplearlas para saltar de un estado de menor satisfacción a otro de mayor
satisfacción, o viceversa. Depende de nosotros.
CONTACTO:
Mi nombre es Francisco De Lisa Soy profesor,
emprendedor y coach. Me dedico a apoyar, asesorar, entrenar, hacer mentoría y
coaching a individuos, emprendimientos y organizaciones. Misión:
conectar con la Abundancia. Quiero crecer contigo. Cada sesión,
facilitación o entrenamiento es un aprendizaje. Si algo de lo que comenté te
hizo sentido, y consideras que puedo ayudarte, contáctame por francisco@cybernotas.com.
Si quieres un diagnóstico, una consulta o
te interesa formarte en estas ideas de Coaching Bioenergético, estoy preparando
un entrenamiento para aquellos que deseen aprender estas técnicas y
herramientas. Contáctame indicando tu interés.
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