LA PALABRA ES UN DECRETO.
Muchas veces, sin darnos cuenta,
decretamos con lo que decimos, las situaciones por las que vamos a atravesar.
Lo que hablamos, opinamos o juzgamos,
se manifiesta. De allí la importancia de cuidar nuestras palabras para evitar crear
aquello que no queremos.
En cualquier caso, creamos por acción
u omisión, es decir, creamos cuando apostamos a que algo va a suceder, porque
estamos enviándole instrucciones claras al Universo de que es lo que nos
interesa. Por otro lado, cuando no manifestamos lo que realmente nos interesa,
y en cambio, de la mano del miedo expresamos aquello que no nos gusta, el
Universo nos complace entregándonos lo que no nos gusta, porque cree que es lo
que estamos pidiendo. Donde enfocamos
nuestra atención, allí se mueve la energía.
Entonces, ten cuidado con lo que
pides, afirmas o dices, porque tarde o temprano se convertirá en realidad.
En primer lugar manifestamos aquello
que queremos, siempre y cuando nuestros canales energéticos estén lo
suficientemente limpios y fluidos, como para convertir lo que deseamos en una
realidad tangible. Comenzamos manifestando nuestro deseo en el pensamiento, de
forma muy sutil, para luego convertirlo en algo denso y palpable. Es importante
mantener limpios los canales para que esa energía fluya hacia la creación
apropiada. ¿Cómo lo hacemos? Practicando
ejercicios para movilizar la energía, a fin de desbloquear los canales.
En segundo lugar, ese deseo se
convierte en un pensamiento que motoriza nuestras acciones hacia la consecución
del mismo. Es algo que podemos manifestar.
El lenguaje crea realidades, y como consecuencia, estamos desarrollando el
proceso que nos llevará hasta allí. Cuando
meditamos, podemos enfocar poderosamente nuestra atención en aquello que
queremos, y motorizar nuestro pensamiento en la dirección apropiada.
Así como creamos realidad, tal como expusimos
en un artículo anterior, siendo la realidad algo neutro, podemos crear aquello
que deseamos cuando concentramos nuestra atención en la dirección apropiada.
Si por el contrario, no cuidamos
nuestros pensamientos, expresiones, lo que pensamos o decimos, estamos a merced
de emociones negativas, como el miedo y sus derivados, lo cual nos lleva a perder
esa magia que significa crear aquello que deseamos.
Conocemos personas que solo se
enfocan en lo malo, o que están todo el día en una continua queja. Ellos
siempre tendrán más motivos para quejarse, ya que de alguna manera, el Universo
los complace. Por supuesto, su mirada siempre
estará dirigida hacia aquello que les molesta, independientemente de que estén viviendo
en una realidad distinta.
Somos creadores de nuestra realidad;
somos los artistas que creamos lo que nos sucede en la vida. Trata de enfocar tu atención hacia aquellas
cosas buenas que te suceden. Siempre hay algo que valorar o apreciar. Lo que
sucede es que la mayoría de las veces nos entretenemos más en lo que no nos
gusta, que en lo que nos gusta.
Finalmente, agradece lo que te
sucede; de tanto hacerlo, el Universo te seguirá brindando oportunidad para repetirlo,
hasta que entiendas que la vida es un regalo, que estamos aquí para ser
felices, disfrutar, vivir en paz y sobre todo aprender.
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