domingo, 3 de marzo de 2024

SOLTAR LA CUERDA

 




SOLTAR LA CUERDA

 

Tshunulama era una muchacha que sentía su corazón esclavizado por una relación de amor. Y por más lágrimas que sus ojos derramaban, y por más que su mente le decía que tenía que soltar y nacer a la verdadera independencia, su corazón no sabía cómo salir del torturador apego que padecía. Noche tras noche, tan solo experimentaba un recuerdo obsesivo de aquel ser ante el que se sentía ignorada y humillada.

 

Tshunulama estaba confusa y frustrada, cada vez comía menos y no mostraba verdadero interés por nada. Así pasaban las horas y los días, atrapada en temores e imágenes pasadas, mientras contemplaba el cielo del atardecer deseando que su vida terminara. Tshunulama sentía que se había convertido en una esclava del recuerdo, agarrada a una cuerda de su memoria que no podía soltar su mano aferrada. Soltar...tan sólo de pensarlo el miedo aterrador la invadía...

 

Un día aparentemente como otro cualquiera, soñó que saliendo de su corazón, aparecía ante su vista la imagen de un anciano de ojos profundos y de mirada familiar y sabia... Aquel anciano, dirigiéndose a ella pleno de ternura, le dijo:

 

“Basta, no temas, suelta la cuerda que ata tu vida y esclaviza tu alma.”

 

“No puedo, es que no puedo” -Respondió Tshunulama- “Me da miedo, caería, siento que me moriría... es superior a mí”...

 

“No es así”. Contestó él. “Desde que tu corazón se siente esclavo, has dejado de vivir tu propia vida. Tú eres capaz de soltar Tshunulama, cuando así lo hagas, tú sabes en lo más profundo de ti que sentirás un gozo muy intenso y la paz que mereces. Anda, comienza por soltar un dedo”

 

“No puedo”, decía ella. “No obstante, ¿podré hacerlo? ¿Será seguro? ¿Tengo el coraje suficiente? Se preguntaba en pleno conflicto. De pronto, aprovechando una brisa de esperanza, soltó un dedo y aceptó el riesgo... Al momento, se sintió aliviada al ver que no caía, ni nada terrible sucedía, sino que por el contrario una sensación de libertad y paz acariciaban su alma... Pero, ¿sería posible mantener aquella paz y felicidad? se preguntaba comenzando a sentir las sombras de las emociones y ataduras viejas...

 

“Confía en mí, le dijo el anciano, respira hondo y mira en tu interior”...

 

Tshunulama siguiendo sus indicaciones sintió que podía ver con claridad sus miedos, y con una serenidad inusitada contempló a las partes más ruidosas de su mente proclamando que soltar más la cuerda sería una locura... voces asustadas que le advertían que el hecho de soltar iba en contra de todo lo que había hasta entonces deseado e incluso aprendido... Sentía que si soltaba, lo que en realidad, le esperaba era un oscuro abismo de desamor y soledad.

 

¿”Deseo realmente la libertad y la autonomía como para arriesgar lo que tanto aprecio”? Se decía. ¿”Cómo puedo estar segura de que no caeré”? Tshunulama respirando profundamente, comenzó a explorar sus miedos y sus deseos ¿Qué era realmente lo que quería de la vida? ¿Cuáles eran sus verdaderos propósitos? ¿Para qué había nacido? Sin darse casi cuenta, su mente se ensanchaba...

Poco a poco, comenzó a sentir sus dedos más sueltos y conforme permitía que algo muy profundo aflojara su mano aferrada, también una corriente de paz y renacimiento brotaba en su alma...

 

Ya tan sólo quedaba un dedo asido fuertemente a la cuerda que la esclavizaba... una parte de ella le decía que ya debía haberse caído a ese abismo que tanto temía... sabía que soltar ese último dedo era algo que dependía exclusivamente de ella... intuía que sus miedos eran tan sólo fantasmas de su mente, recuerdos de viejas pérdidas, memorias de antiguas heridas que se agolpaban y confundían su cabeza.

Confiando en su intuición, aflojó el último dedo y, de pronto, observó que nada sucedía... comprobó que permanecía exactamente donde estaba... y entonces se dio cuenta atónita que había estado todo el tiempo sobre el suelo... todos sus miedos tan sólo habían sido vividos en su mente... podía salir, abrir puertas y ventanas, sentir el horizonte y respirar la fuerza de la vida que en su interior ya circulaba.

 

Todo el Universo renacía en el rostro sonriente de una nueva Tshunulama.

 

Su corazón era libre y ya podía aprender a sentir qué era el verdadero amor y libertad que intuía su alma.

 

Tomado de Cuentos para Aprender a Aprender de José María Doria.

 

 

Soltar la Cuerda.


Soltar el Drama.

 

¿Cuántas veces nos sucede lo mismo que a la protagonista del cuento; nos da miedo soltar?

¿Cuántas veces pasa que estamos tan apegados a situaciones que nos hacen daño, y sin embargo sentimos miedo a soltar, porque es lo único que conocemos?

¿Nos sucede que a veces estamos tan apegados a una relación, a un trabajo, a una situación que nos hiere, como si estuviéramos agarrando un alambre de púas, y aun cuando sentimos el daño que nos hace, tememos soltar?

Es como si el miedo a lo nuevo es tan fuerte, que preferimos sufrir antes que soltar o lanzarnos al vacío.  Y lo peor es que no hay ningún vacío.

Es como si lo que conocemos es lo único que existe.

¿Tenemos que hacernos ese daño? ¿Es necesario?

 

 

Tampoco soltamos el drama.

 

Somos víctimas de nuestro propio drama. Vivimos en la historia que hemos inventado. En el cuento que nos hemos contado, donde somos protagonistas de miles de historias, del deber ser o del deber hacer.

 

Muchas veces sin darnos cuenta, vemos el mundo no como realmente es, sino como aprendimos a verlo en nuestra infancia. No necesariamente es bueno o malo, pero probablemente no es verdad. Es tan solo una interpretación personal de la realidad.

 

Y esa interpretación que viene del pasado, nos ata a situaciones que hacen daño. Aprendimos por ejemplo, que debemos honrar la palabra; entonces no somos capaces de aceptar que podemos equivocarnos; o no establecemos límites. Por tanto, no corregimos las situaciones.

 

O creemos que las personas nos deben explicaciones. Muchas veces a ellos les pasa lo mismo que a nosotros: desconocemos lo que nos lleva a tomar ciertas decisiones, o a actuar de cierta manera.

 

Otras veces vivimos preocupados por situaciones que no podemos resolver, y  creemos que las mismas nos impiden avanzar. Pero lo que realmente nos frena es lo que pensamos acerca de la situación. Eso es lo que realmente nos limita en un momento dado.

 

No es lo que sucede lo que nos impide soltar, son los pensamientos que tenemos.  O las creencias o juicios acerca de lo que debe suceder.

 

Cada instante está lleno de miles de posibilidades.  De esas infinitas posibilidades solo vemos aquellas que creemos posibles; las otras no existen para nosotros.

 

Recordemos que dónde ponemos la atención colocamos la energía.

 

Si enfocamos la atención en la escasez, como eso es lo que queremos ver, con toda  seguridad eso será lo que veremos. En cambio, si nos enfocamos en la abundancia, hacia allá se dirigirá nuestra mirada, y comenzaremos a encontrar razones y oportunidades para verla.

 


Lo mismo sucede cuando sentimos que alguien nos abandona. Creemos que se debe a algo que hicimos o dejamos de hacer.  No entendemos que la vida tiene su propio ritmo, su propio sentido. Hay momentos en que las cosas ocurren de tal forma que ciertas personas se van, mientras otras llegan a nuestra vida.

 

No es casualidad, no es karma. Es simplemente causalidad.  Existe una sincronía maravillosa en el Universo que hace que aprendamos aquello que nos corresponde. Si no fuera así, entonces ¿Cuál sería el sentido de nuestra vida?

 

Recuerdo que en ciertas experiencias experimenté mucha decepción, porque sentí que no era lo que yo esperaba. Seguro tenía una idea equivocada acerca de lo que debía suceder, lo cual de seguro, era una comparación inadecuada con lo que yo había aprendido, sin entender que debía darle a la otra persona la oportunidad para mostrarse.

 

Quizás fui incapaz de valorar a la otra persona; o no supe apreciarme como debía.  Me faltó amarme a mí mismo tal como debía hacerlo con el otro.  Aprender a respetarme, para sentirme pleno y feliz; de otra manera no iba a funcionar.

 

Eso me llenó de una rabia innecesaria cuando sentí que había fracasado. Quizás no era eso lo que esperaba.  Sin embargo, hoy siento que la vida ha sido maravillosa conmigo, y todo ha sucedido tal como debió suceder.

 


La herramienta que encontré y que me ha ayudado a avanzar es definitivamente el perdón. El perdón es la herramienta que afirma que aquello que pasó nunca pasó tal como tú pensaste o creíste. Simplemente aquello que sucedió, no fue más que tu interpretación, lleno de tus propios aprendizajes y experiencias; para nada es la verdad. Y sobre todo aprendí, que lo más poderoso del perdón no era solo perdonar al otro, sino perdonarme a mí mismo.

 

Como me sentía responsable o culpable por lo que había sucedido, sin importar lo que hubiese pasado, había aprendido en mi vida que cuando hay culpa debe haber castigo.  Y como no había a quien castigar, entonces me castigaba a mí mismo, haciéndome daño al mantenerme atado a recuerdos y emociones que sin sentido, dañando mi mente y mi cuerpo, creando desequilibrios innecesarios.

 

Aun hoy me cuesta entender que tengo que soltar, para vivir en paz. Y que la paz es el estado de ánimo que me permite avanzar.  Estando en paz puedo tomar decisiones que no estén condicionadas por lo que pasó o pudo suceder.  Por eso soltar, liberar los apegos que están atados a tu propio sentimiento de culpa es tan importante.

 

Espero que esto ayude en tu camino de vida.

 

Todo en mi camino han sido experiencias que cuando las he entendido siento el impulso de compartirlas, para que puedan ahorrarse penas y situaciones emocionales innecesarias.

 

Recuerdo que en mi juventud, me era muy sencillo manifestar la energía. Estaba abierto a experiencias, a aprender. Veía posibilidades en todo lo que sucedía.

 

Sin embargo con el tiempo, conforme fui envejeciendo, limité mis decisiones a aquellas cosas que creía que estaban bien, o que me hacía sentir bien, sin entender que eso no es la verdad. La verdad es la verdad, aunque yo no la entienda.

 

En los últimos años he estado intentando abrirme de nuevo a lo que es real, y ojala tenga el permiso de fluir con la energía del Universo para manifestar plenamente la verdadera alegría de vivir.

 

La vida es lo que es. No es lo que tú quieres que sea. Si la aceptas tal cual es podrás encontrar en ella la belleza de vivir. Si tratas de cambiarla te enfrentarás a un monstruo de mil cabezas, hasta que entiendas que: la vida simplemente es lo que es. O lo aceptas, o lo aceptas.

 

La realidad es neutra. Somos nosotros quienes hacemos de ella una obra de arte. Podemos decidir sufrir y vivir sufriendo, o simplemente soltar y vivir la vida tal como se presenta.

 

Solo soltando la cuerda o el drama puedes encontrar alternativas a ser desdichado. Si no lo haces nunca sabrás qué es posible en tu vida.

 


CONTACTO:

 

Mi nombre es Francisco De Lisa Soy profesor, emprendedor y coach. Me dedico a apoyar, asesorar, entrenar, hacer mentoría y coaching a individuos, emprendimientos y organizaciones.  Misión: conectar con la Abundancia.   Quiero crecer contigo. Cada sesión, facilitación o entrenamiento es un aprendizaje. Si algo de lo que comenté te hizo sentido, y consideras que puedo ayudarte, contáctame por francisco@cybernotas.com.

 

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